LA NAVAJA Y LA POESÍA: ANÁLISIS DE CUERPOS SUCESIVOS, DE MANUEL VICENT

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INTRODUCCIÓN

El amor, la belleza y la destrucción: una tríada que recorre y al mismo tiempo cuestiona la existencia del mundo. Entre ellos, el hombre posmoderno se envuelve y se deja llevar, o construye nuevas verdades, nuevos valores, nuevas visiones, nuevas identidades. La Posmodernidad y su ritmo acelerado muchas veces lo sobrepasan, desdibujan y tipifican, pero en el instante en que percibe la mirada del otro sobre su propio cuerpo puede comenzar a recomponer los fragmentos que dispersan la existencia propia y la del otro.
Cuerpos sucesivos, del español Manuel Vicent (2003), presenta la historia de dos cuerpos fragmentados y mutilados que buscan la última oportunidad: de amar libremente por última vez, uno; de librarse del dolor, otra. Ambos recorren un camino y se encuentran en un punto, un instante, para conjugar todas las variantes posibles entre el amor y el peligro, el placer y el dolor, en cuerpo y alma.
La cercanía entre el amor y el peligro, precisamente, es una concepción que recorre toda la obra, propia de la visión de quien adquirió “el uso de razón en medio de una posguerra, en medio de unos balnearios derruidos donde la belleza y la destrucción eran prácticamente la misma cosa” (Muleiro, 2003). Íntimamente asociado a ellos, el placer; que se nos descubre aquí en todas sus gamas, desde la clara estética hasta la más oscura perversión. Uniendo cada punto de la historia, el arte; la poesía y la música acuden para elevar de la trivialidad lo narrado, envolviendo la existencia de los personajes en un halo de realidad y fantasía, conjunción clave en la escritura de Manuel Vicent.
El objetivo del siguiente trabajo es realizar un recorrido a lo largo de la novela que permita mostrar que los cuerpos mutilados (entendiendo por cuerpo la sustancia material y también la espiritual, carne y alma) sólo pueden ser re-construidos por la palabra, lo que permite al hombre abrir su esencia fragmentada para dar paso a los cuerpos sucesivos que terminarán de completarlo. Este recorrido se realizará a partir de los ejes antes señalados (amor-peligro, dolor-placer, íntimamente vinculados a la esencia humana y a la animal al mismo tiempo) conjugados en una escritura que acuña mecanismos propios de la narrativa realista sólo para instalar el juego entre la realidad y la ficción en la que oscilan sus personajes, el autor y el mismo lector.


1. AMOR Y PELIGRO: EL CUERPO COMO OBJETO DE DESEO

Cuerpos sucesivos es una historia en que cuerpo y carne son el objeto de deseo. Cuerpo y carne que denotan instinto animal, violencia, hambre de poder, erotismo perverso; pero en este caso sólo para llegar al espíritu, al alma, lo cual convierte a los sujetos en seres plenos y al mismo tiempo fragmentados por esa búsqueda absoluta que los envuelve y al mismo tiempo se les figura inalcanzable como el horizonte.
En una novela que intenta reflexionar sobre el amor como materia humana, es llamativo que se lo presente íntimamente vinculado a la idea de peligro, cual si fuera un componente inseparable. Ana, Bogdan y David, en un triángulo amoroso, exploran esta posibilidad hasta las últimas consecuencias, en un juego sádico que desnuda la naturaleza doble del ser humano: Ana es, por un lado, una mujer que aún conserva las huellas de una adolescencia traumática y busca refugiarse, como una niña asustada, en David; pero, por otro, no quiere escapar de su relación con Bogdan; busca, como víctima propiciatoria, el encuentro doloroso con el amante.
… ella no pudo resistir la tentación de volver a recibirle en casa esa tarde aún sabiendo que se repetiría el rito de siempre y lo terrible era la intensidad con que lo deseaba… p. 33

Bogdan es un hombre casado, artista talentoso, hermético y bohemio, pero se transforma al contacto con el cuerpo de Ana en un ser bestial y sediento de poder, un hombre lobo que sólo alcanza la cumbre del placer cuando se siente dueño de la vida y de la muerte del (lacerado) cuerpo de la joven. Su deseo de poder es tal que, aún sabiéndose poseedor de la posibilidad de matar y lejos de alejarse de ella, la explora hasta el límite:
… - Tenemos que salir de esto. No sé si podré resistir mucho más –dijo Ana.
- Lo harás por mí siempre que te lo pida –murmuró Bogdan.
- Sí –dijo ella.
- Así me gusta.
- Un día me puedes matar. ¿Lo sabes?
- Claro. Lo sé –dijo Bogdan echándole el humo a la cara… p. 35

La naturaleza animal de David, el mesurado catedrático que carga con la frustración de un matrimonio fallido y de una hija muerta, se revela al igual que en Bogdan cuando el ansia de poder lo inunda al momento del contacto con el sexo de un ser débil, frágil, susceptible de ser protegido y al mismo tiempo “guiado” por el experto. Ana lo increpa:
… -Lo mejor que podrías hacer por tu mujer es dejar de tratarla de una vez como una minusválida emocional (…). Lo peor que se puede hacer con una mujer, David, es desarmarla de su orgullo. Y eso es precisamente lo que tú has hecho con todas. Yo no quiero ser una más, como aquella niña, que abandonaste en un cuarto trastero, ni como esa pobre actriz que asesinaron sin que le mandaras siquiera unas flores, ni como aquella alemana lánguida que dejó para ti un mensaje en la cámara secreta de la gran pirámide… pp. 193-4

Manuel Vicent presenta una historia cuyos personajes oscilan entre su naturaleza humana y lo bestial. Configuran un ecosistema perfecto, en donde el “macho Alfa”, que detenta el poder, es dueño de la hembra sumisa; ésta, en el límite entre el placer y el dolor, atrae a la presa (el macho advenedizo, que pretende conquistarla) para que sea devorada, en el intento, por el otro macho. Desde esta perspectiva, el hombre no sería más que un ser sujetado que, al entrar en contacto con sus pasiones, muestra su verdadera esencia.
Sin embargo, esta situación se revierte por la presencia en la obra de la expresión más sublime del espíritu humano: el arte. Con su clara estética, atraviesa todos y cada uno de los momentos de la vida de los personajes. En dos planos (es decir, en el estilo de escritura de Vicent y en la ficción propiamente dicha) se despliega el mundo sensorial de lo estético y exquisito para que “por medio de la música y de unos altos poemas, esas historias que podían ser vulgares, se conviertan, a mi modo de ver, en mi intención, en un río oscuro subterráneo, lleno de peces negros, entrañables…” (Muleiro, 2003).
En este sentido, el entrecruzamiento de los planos de la realidad y la ficción (o de verosimilitud y fantasía) se produce de manera tan natural que, al ser percibido por el lector, se establece como un nexo más en la secuencia de acciones. En la novela, esta estrategia contribuye a la creación de la atmósfera onírica y de peligro latente que la recorre en su totalidad. Al mismo tiempo, un alto grado de lirismo envuelve el relato en una atmósfera exquisita, sumamente cuidada, aún cuando bucee en lo más profundo y oscuro de las pasiones humanas, en el lado más bestial del ser. Así, cuando David se percató del llanto de la violonchelista (a quien todavía no conocía) mientras interpretaba La muerte y la doncella, de Schubert,
… tuvo una extraña sensación. Vio que una de aquellas lágrimas se teñía de rojo con el carmín y se convertía en una gota de sangre en los labios de Ana y luego continuaba su camino hasta el extremo de la barbilla y allí se detenía frenada por una leve cicatriz (…). Poco después sabría que aquellas lágrimas estaban unidas a las marcas moradas que Ana exhibía en su garganta y que no lograba cubrir del todo el cuello alto del jersey… pp. 13-14

Esta escena sirve como anticipación a la relación tortuosa de este triángulo amoroso, del que David intentará rescatar a “la doncella”. Intento que se verá frustrado, por un lado, pero que permitirá demostrar cuán lábiles son los límites entre el poder y el desear, entre la ficción y la realidad que habita en cada mente humana, entre la vida y la muerte. El arte en general y la palabra del poeta en particular trascenderán la doble naturaleza humana precisamente para darle la oportunidad de perfeccionarse a través de los cuerpos sucesivos que transitarán, ya que “la palabra es un eco interior que surge en parte, o tal vez totalmente, del objeto al cual se refiere. Cuando únicamente oímos el vocablo y no surge el objeto mismo, acude a la mente la imagen abstracta del objeto desmaterializado, y rápidamente produce un sismo en el corazón” .







2. LA NAVAJA Y LA POESÍA, EL DOLOR Y EL (ANTI)HEROÍSMO

El escenario central de la acción en Cuerpos Sucesivos es la Residencia de Estudiantes en Madrid. La elección de este espacio, lejos de ser casual, contribuye a la construcción del clima oscuro y mítico que rodea la narración. Históricamente sitio de reunión de reconocidos poetas de la Generación del ’27, encierra entre sus paredes la melancolía de la búsqueda fallida de la libertad.
Desde este espacio, David intentará rescatar a Ana de la tortuosa relación que la une a Bogdan. Construye en su imaginación, cual Don Quijote posmoderno, una imagen heroica de sí mismo que le cuesta mucho trabajo mantener, no sólo en el presente de su relación con la joven sino desde su pasado: es David Soria un amante derrotado, fracasado. “Un hombre está acabado cuando la belleza le pone triste”, se repite constantemente, y es en este sentido en que Ana Bron se le figura la última oportunidad de redención.
En un primer momento, David es el amante derrotado que logra conquistar la esencia de la mujer sin tocar su cuerpo. El primer encuentro entre los protagonistas sucede a través de una conversación telefónica, y a partir de la poesía él logra crear el clima propicio para que ella desnude su cuerpo y su alma. La palabra es la única arma que puede esgrimir contra la violencia física de Bogdan, y la joven percibe en esta naciente relación la posibilidad de sumergirse en ella como en un gran manantial luego de un largo derrotero de dolor y miedo.
…David se prometió conquistar a esa mujer herida por medio de la ternura. Allí donde el otro ponía violencia, él pondría la imaginación; sustituiría la sangre por el licor dulce que más se le pareciera y la única navaja entre los dos serían los labios… p. 85
Pero luego la realidad se impone al mundo de encantadora fantasía que propone el profesor, y el disfraz de héroe ya no es tan fácil de calzar. Poco a poco, las “contingencias” en la vida de Ana le exigen demostrar virtudes que en realidad no posee (arrojo, valentía; asumir los riesgos, en definitiva). Las situaciones afortunadas al momento de medirse con el peligro son cada vez menos, y comienza a desnudarse ante Ana la verdadera esencia de su amante, el antihéroe.
… Pasaron al otro lado del río y, aunque David iba aterrorizado, casi a ciegas dentro de la niebla, se sentía orgulloso porque había dado la talla ante sí mismo y sabía que Ana no tenía otra defensa en la vida que el valor que él le demostrara en ese momento. Durante una hora más anduvieron perdidos. David no veía nada y era Ana la que ahora debía llevarle de la mano y señalarle los obstáculos del camino… p. 156

A medida que la trama avanza, se hace más evidente que la única propuesta que David puede ofrecer es la huida. Ana no acepta, porque eso es algo que podría hacer por sí misma. Había recurrido a David con la esperanza de encontrar en él a un hombre capaz de salvarla y que estuviera dispuesto a arriesgar lo que fuera necesario para estar con ella. La real situación se explicita en el momento en que los dos hombres se encuentran por primera vez, cara a cara. Es entonces cuando Ana finalmente comprende que la redención y el perdón para su cuerpo y alma mutilados se halla todavía muy lejos: ni en David ni en Bogdan; quizás más allá, quizás en otra(s) vida(s).
… -Lárguese –gritó Bogdan.
-No me voy –dijo David.
-Le digo que se largue. Esto es cosa nuestra.
-No.
-Lárguese o le mato aquí mismo.
Bogdan se puso en pie. Agarró una botella de cerveza que estaba mediada y la estalló con desprecio en el suelo a los pies del profesor y luego mandó a Ana que permaneciera sentada (…). Ella obedeció sorprendida al ver que David abandonaba la cafetería de prisa, sin volver la cabeza, y la dejaba sola rodeada de vidrios rotos en poder de su enemigo… pp. 177-8

Bogdan es el amante joven, fuerte físicamente, que puede detentar el poder y la violencia. La lenta conquista por la palabra parece haber sido borrada por la inmediatez de la posesión física.
David, alejado definitivamente de un destino heroico, continúa acumulando derrotas y heridas en el alma. Las concepciones clásicas de héroe, antagonista y doncella a ser rescatada parecen quedar reducidas al mundo de la poesía y la música de la que disfrutan los protagonistas, incapaces de ser asidas en su realidad. Pero en realidad, lejos de estar derrotada, la palabra –asociada a lo más íntimo, a lo inmaterial, a la sustancia y a la esencia- reaparecerá luego vivificada para permitir el traslado de la vida y del amor hacia otros cuerpos sucesivos.


3. CUERPO Y ALMA EN TRÁNSITO HACIA LOS CUERPOS SUCESIVOS



… La palabra reencarnación se deriva de re (otra vez) en (entre) y carn (carne). Por tanto significa "entrar repetidamente en cuerpo carnal". En otras palabras, el ser humano es una inteligencia espiritual, que entra en cuerpos de diversos grados de materia y viene a la tierra con el fin de aprender. Tiene que sobrellevar una larga serie de vidas para desarrollar sus poderes latentes por medio de la lucha con las circunstancias y dentro de un tejido de relaciones con otras almas. A través de cada una de estas vidas recurrentes en el campo físico, el alma recoge experiencias que durante el período entre encarnaciones transforma en facultades y poderes que necesita para seguir creciendo… (Emogene S. Simmons)

El amor y el sexo no es sólo cuestión de dos. Al lecho de Ana y David (también al de Ana y Bogdan) acudirán fantasías, temores, los fantasmas de amores pasados y las primeras experiencias de éxtasis. Los cuerpos sucesivos que atraviesan la historia de los personajes encuentran la clave de composición en el amor. “Sus ríos venían de muy lejos, llegaban de varios cuerpos sucesivos, y sus dos vertientes amorosas un día se juntaron en una sola corriente” (p. 89): amar es, en última instancia, un intento por recomponer los fragmentos dispersos de esos cuerpos que transitan por y entre otros.
El cuerpo de Ana, fragmentado y también mutilado por su adolescencia pasada y por su presente con Bogdan, lleva en sí el signo del dolor. Es precisamente allí, en su cuerpo, en donde por primera vez empieza a manifestarse la presencia de un tercer cuerpo que reclama su lugar entre ella y David Soria.
El estado de mayor sensibilidad, el placer orgásmico, es siempre denominado como “la muerte” (“Según parece yo sólo pronuncio ese nombre cuando me muero”, confiesa Ana), porque es ese el instante fortuito en que comienza a manifestarse la nueva vida. Martín emerge del fondo del éxtasis-muerte de Ana para disputarse un lugar entre los otros amantes. Su presencia inminente es, para Bogdan, la amenaza que intenta arrebatar de sus garras de hombre lobo a su presa sumisa. Para David, en cambio, es la posibilidad de mostrarle a Ana que otra forma de amar es posible, que la experiencia del placer sexual no debe ir siempre acompañada de una cuota de sufrimiento. Es el profesor de Literatura quien ofrece a su joven amante un alma abierta para que puedan transitar por ella los cuerpos sucesivos que esperan a Ana.
Martín es, entonces, la continuación del río-cuerpo fatigado y derrotado de David Soria, el antihéroe que no pudo abarcar la inmensidad del río-cuerpo de Ana Bron. Por ello, re-nacerá en otro, Martín, para poder alcanzar la plenitud y superar el fragmentarismo para encontrar(se) en el cuerpo-río de Ana.
Hasta el momento previo en que Martín aparecerá corporizado, los protagonistas continúan su derrotero de dolor fragmentados, dispersos, incompletos. La naturaleza bestial del hombre y también la escisión que significa no poder amar signan la existencia de dos sujetos en búsqueda de su esencia:
… Ana fue a la ventana para ver a David por última vez alejándose de su vida. Había tenido que hacer un esfuerzo sobrehumano para no romperse por dentro, queriendo y no queriendo, siendo dos, una negando a la otra… p. 199
… aunque el herido de arma blanca parecía uno solo, uno más, eran dos los acuchillados en un mismo bautizo de sangre… p. 205

El espacio se prepara, así, para la aparición del cuerpo que sucederá al del profesor en la búsqueda del ser completo. Martín emerge desde el fondo del alma y del deseo de Ana Bron movido por las palabras de amor. En efecto, la invocación por la palabra que nace desde el interior del ser es lo que provoca el prodigio. Ana llama a un amor que la espera trasvasando el cuerpo material de otro hombre, para “comenzar la continuación” de la experiencia de amar.
… Martín venía del fondo de la muerte o del tiempo cuando la ambulancia llegó a un cruce de calles que era decisivo: una llevaba al depósito de cadáveres y otra regresaba de nuevo a la pared blanca. Ana le hablaba al oído y le llamaba con el nombre de Martín para que decidiera vivir por sí mismo… pp. 203-4

El final de la novela se nos aparece, de esta manera, como el principio de una nueva historia. Los cuerpos mutilados y las almas derrotadas reviven por la palabra, triunfadora última sobre la violencia del dolor físico y espiritual. Fue David y no Bogdan el elegido para continuar junto a Ana Bron, ahora transformado en el amante al que ella llamaba a la vida cada vez que “moría”. “La palabra siempre tiene más largo alcance. En todos los niveles de las relaciones humanas, tiene más porvenir la palabra que la propia violencia” (Andrade, 2003), sostiene el autor, y de esta manera queda sellada la victoria de la palabra como el instrumento eternamente válido para llegar al corazón de la mujer y reunir las partículas dispersas de su existencia.





CONCLUSIÓN


Hemos visto a lo largo de este trabajo que Cuerpos Sucesivos es el recorrido de los cuerpos de sujetos que luchan, en un mundo posmoderno, por trascender su existencia por medio del amor. Un amor marcado por la angustia y el dolor, incluso por la derrota y el cansancio, que le otorgan a este sentimiento universal la posibilidad de trascender las barreras del tiempo y del espacio para instalarse en el último reducto eterno del ser humano: su alma. El amor en todos sus matices y formas, desde las primeras experiencias de éxtasis hasta los más oscuros deseos.
En medio de este escenario, la luz clara del arte se “corporiza” en el nivel de la ficción y en el de la escritura de Manuel Vicent. Los oscuros y derrotados personajes emergen de su existencia más bestial en y por el arte (la música, la poesía), por un lado; por otro, el juego realidad-ficción en Vicent es llevado adelante con una magistral técnica narrativa que permite a la voz moverse cómodamente entre uno y otro plano, obligando al lector a involucrarse activamente en una lectura placentera de la ficción y, a la vez, crítica respecto de esa “realidad” que tan crudamente se plantea, y que no es otra que la de la España contemporánea.
La cuidada estética narrativa fluye a lo largo de la novela y es precisamente el poder de la palabra el que se yergue victorioso por sobre la violencia física que mutila el alma y la juventud de la protagonista.

Es ésta, en definitiva, una visión del amor como una historia de cuerpos y almas que se suceden en el tiempo para encontrar la perfección de la relación humana plena y libre. Ana y David no son dos personas, sino dos vidas que, como ríos, transportan en sí la historia de infinitas personas-cuerpos que se entrecruzan permanentemente, “nada que no suceda todos los días”.







BIBLIOGRAFÍA

Vicent, Manuel; Cuerpos sucesivos; Ed. Alfaguara, Bs. As., 2003

Andrade Claudio ; "Palabras de amor”; en www.rionegroonline.com.ar
Muleiro Vicente; “Entrevista a Manuel Vicent. La novela del amor peligroso”, en www.clarin.com.ar


Ordoñez Santiago; “Reportaje a Manuel Vicent: "En mis novelas hay una idea presente: la resucitación"; en www.argenpress.info



Simmons Emogene S.; Curso básico de Teosofía.


Vacas Hermida Asunción; “Pedro Salinas (1891-1951)”, en www.poetasdeespaña.net

4 comentarios:

Sergio Sarachu dijo...

Hola Moro, hemos estado hablando sobre vos estos días con Claudia Sastre. Ha sido un verdadero de-Sastre. Felicitaciones por los dos laburos que has subido al blog. Y cómo andan tus cosas? Mejor o racingueando?
Un saludo desde el Norte del Sur.
Sergio

galensito dijo...

hola moro soy ioan , te agradezco que sigas mi blog, yo no entiendo nada de lo que escribis, pero creo que escribis bien.
un beso.

galensito dijo...

yo también soy hincha de racing

Sergio Sarachu dijo...

Moro acabo de ver tu "enganche" a mi blog y SOS LA PRIMERA SEGUIDORA justo cuando estoy cumpliendo un año (en estas cuestiones, je!)
Si me seguís, te sigo, sigámosnos que está bueno!!. Gracias en serio, todo esto es muy nuevo para mí y no paro de sorprenderme las cosas gratas que pasan por aquí.
Cuando esté por publicar mi libro te aviso, porque ahí pondré partes de lo que otros han opínado sobre mi poesía y me encantaría que hubiera algo tuyo.
Estoy por aquí, nos encontramos y nos seguimos... Ja ja
Beso grande, de esos que se devoran los kilómetros de Ruta 3.
Sergio.